O corno
España (103′)

Zuzendaria: Jaione Camborda
Gidoia: Jaione Camborda
Musika: Camilo Sanabria
Argazkilaritza: Rui Poças
Aktoreak: Janet Novás, Siobhan Fernandes, Carla Rivas, Daniela Hernán Marchán, Julia Gomez, Nuria Lestegás, Diego Anido, Maria Lado
Sinopsis:
RIlla de Arousa, 1971. María es una mujer que se gana la vida recogiendo marisco. También es conocida en la isla por ayudar a otras mujeres en el parto con especial dedicación y cuidado. Tras un suceso inesperado, se ve obligada a huir y emprende un peligroso viaje que le hará luchar por su supervivencia. En busca de su libertad, María decide cruzar la frontera por una de las rutas de contrabandistas entre Galicia y Portugal examina la vasta filmografía y el legado de uno de los cineastas más grandes del siglo XX, Alfred Hitchcock, a través de la propia voz del director.
Sinopsia:
Illa de Arousa, 1971. María mariskoa biltzen bizi den emakumea da. Uhartean ere ezaguna da erditzen duten beste emakumeei dedikazio eta arreta bereziz laguntzeagatik. Ustekabeko gertaera baten ostean, ihes egitera behartuta egongo da eta bizirauteko borrokaraziko dion bidaia arriskutsu bati ekingo dio. Bere askatasunaren bila, Maríak muga pasatzea erabakiko du Galizia eta Portugal arteko kontrabandisten bideetako batetik.
‘O corno’: la sororidad que mueve al mundo
Jaione Camborda habla de maternidad y solidaridad femenina en una hermosa fábula que acompaña una huida sin marcha atrás.
Tardofranquismo, Galicia rural, la llegada al mundo de un bebé, un aborto clandestino y una huida sin mirar atrás. El segundo largometraje de Jaione Camborda se aborda desde el naturalismo más esencial para ir, también, a la esencia del ciclo de la vida. Sus primeros nueve minutos son pura tensión en la que somos testigos de un parto lleno de sudor, gritos sostenidos y gemidos en un cuerpo que se estremece, es toda una visceral declaración de intenciones.
María, comadrona en A Illa de Arousa, ofrece su experiencia y su ternura, su buena mano y su empatía, y ayuda a nacer a una criatura. La cámara de Camborda propone una completa inmersión en el proceso. Y después hará lo propio cuando la protagonista responda a una llamada de socorro que la empuja a cometer un pecado mortal.
Road movie con olor a tierra mojada, ‘O Corno’ apuesta por la fisicidad, en la vida y en la muerte, en el sexo y en el llanto, en el baile y en la magia, remando una barca en las rutas del contrabando y en esas manos que se entierran para recoger patatas, o marisco.
La película es el relato de una escapada, sí, pero por encima de todo, propone una historia de sororidad, de mujeres que ayudan a otras mujeres, que se miran a los ojos, que las comprenden, que las animan, que las cobijan. De mujeres que se dan esperanza y se ofrecen un futuro. ‘O Corno’ se estructura a partir de un puñado de escenas extensas y contundentes, que a menudo usan planos cortos y muy potentes que aumentan el impacto de lo visto. Es un cine que activa los sentidos, también las emociones. Que nos, y se, conecta con la naturaleza, ese paisaje gallego-portugués que luce en las muchas secuencias de exteriores, fantásticamente capturadas, de día y de noche, por la fotografía de Rui Poças.
Directora y guionista, Jaione Camborda sabe ser sutil en la construcción de la atmosfera opresiva de la España rural de principios de los 70, con una dictadura que languidecía sin perder un atisbo de crueldad. Ese es el contexto de la huida de María, aunque, en realidad, el viaje al pasado no esconde la vigencia de lo que se cuenta, el ayer y el hoy dialogan permanentemente.
Otro pleno al quince de la cineasta es la elección de una fabulosa debutante para dar vida al personaje protagonista: la bailarina contemporánea Janet Novás, quien, desde lo más pequeño, desde la apabullante sensibilidad de sus gestos y sus miradas, se hace enorme.
Es posible que una película como esta no pudiera hacerse sin la complicidad de dos productoras que vienen haciendo un trabajo creativo rico y coherente: Andrea Vázquez (‘O que arde’) y María Zamora (‘Alcarràs’) ponen toda su carne en el asador al servicio de la mirada de una cineasta que se doctora en su exploración de la maternidad, la feminidad y la supervivencia.
“En un mundo en crisis existencial y de valores estamos intentando conectarnos con la fuente de la vida”
La película está ambientada en unos años muy determinados y en un lugar muy determinado (Illa de Arousa, 1971). ¿Por qué se eligió este lugar y en esta época concreta?
Me interesaba de esa época, por un lado, una generación de personas más apegada a la tierra. Ahí en la Illa de Arousa encontramos ese trabajo de las mariscadoras que trabajan justamente en contacto con la tierra, con el lodo y agachadas, una postura que también me interesaba. Además, en esa época se producía un parto menos medicalizado, y me interesaba volver a la parte más mamífera del proceso. Y luego está, claro, el tema de la época de prohibiciones en el tardofranquismo y de presiones sobre los individuos, pero especialmente sobre la mujer, su cuerpo y sus decisiones.
El otro espacio concreto en O corno es la frontera entre Portugal y Galicia. ¿Qué interesaba de lo fronterizo?
Para mí en la película hay muchas fronteras, pero seguramente la más explícita es esa geográfica. Planteo una frontera política, pero no real y natural. No es una frontera vital, sino sistémica, ficticia en el fondo, que pone en peligro de muerte a la gente.
La exploración de esos años 70 se ve también en los tonos y luces de la fotografía. Sin embargo, las imágenes y distintos elementos artísticos tienen un carácter casi atemporal. ¿Qué intención había en esa ambigüedad?
En el trabajo con todos los departamentos (arte, vestuario, etc…) se buscaba ser riguroso con la época, pero también ir a buscar todo lo que hubiera entonces que nos conectara con una experiencia que se percibiera como actual. Esa atemporalidad que nos llevara a veces a olvidar que eso está tan distante de nosotros y nos hiciera vivirlo un poco más en presente.
¿Por qué necesitaba conectarlo con nuestro hoy en día?
Creo que siempre tiene que haber algo que nos conecte con nuestra realidad de alguna manera, pero justo aquí es algo que creo que se tiene que recordar, porque de lo que habla la película no está tan lejos, incluso podría acechar: se le está dando voz e incluso altavoz a estas ideas en algunos ámbitos políticos.
Tener presente esa sensación de peligro cercano.
Sí, se está viendo en otras latitudes del mundo y aquí nos va llegando el murmullo. Derechos que parecen conquistados, como el del aborto, se están poniendo en duda constantemente.
Lo que parece que flota ahí como muro de contención es esta cadena humana de mujeres que van ayudando a la protagonista de la película a sobrevivir. Un concepto de sororidad que también se ve en Arima, su primera película. ¿Qué le interesaba de esta unión?
Sí, como en Arima también propongo a María como protagonista y eje de la película, pero también otros personajes espejo. Podrían ser María de alguna manera en el pasado, en el presente o en el futuro, se podría haber identificada a ella. Busco de alguna manera eliminar esa otredad de nuevo, busco eliminar la distancia entre ellas, poder ser el otro. Desde esa idea empática, desde esa idea de ser una, emerge esa sororidad.
¿Cómo ha sido el cambio de pasar de un proyecto pequeño a unos cauces de producción más amplios con O corno?
Era muy importante para mí generar familia con este proyecto. Arima fue solitaria en términos de producción y quería ir más arropada en ese sentido. La coproducción con Andrea Vázquez y María Zamora encontré ese calor de poder crear desde esa familia. Arima me permitió aspirar también a una financiación que me dejara más tiempo de rodaje y dar más volumen al guión. Más ambición quizás. Todo es más grande, y eso conlleva un cambio en la forma de dirigir. Pero estoy muy contenta con la experiencia, que además siento que me dio mucho aprendizaje.
En concreto, ¿qué aprendizajes dio Arima para poder acometer O corno?
En Arima exploré una parte como de psicología espectral, digamos. Creo que O corno es, de alguna manera, una prolongación de Arima, no me separo tanto de ella, pero sí que aquí pretendía ir a algo más físico. A la hora de dirigir actores, por ejemplo, creo que me ayudó mucho el haber pasado a la ficción antes, porque mis trabajos anteriores estaban más relacionados con lo experimental. Arima me dio certezas en ese sentido a la hora de manejarme con el equipo
¿Se ha sentido cómoda en los cauces más industriales dentro de la producción independiente española?
Es cierto que, junto a mis compañeras, me sigo autoproduciendo, pero me siento cómoda en el acompañar mi película de forma más holística. Desde ese diseño de producción de toda la parte de generar el equipo de a quién aliar al equipo, de darle forma a ese nivel. Eso me permite guardar libertad, es algo que necesito. No sé si esta película me va a permitir, sin estar tan encima de la producción, poder seguir teniendo esa libertad. No sé a dónde me va a llevar O corno. Pero sí sé que, aunque sea más ambiciosa económicamente, necesito ese nicho de libertad creativa.
Aunque O corno no hable directamente del rural o de sus problemas, sus dos largometrajes se ambientan en entornos alejados de los núcleos urbanos. Se habla de tendencia del neorrural en el cine español con distintas películas que se producen ahí. ¿Por qué crees que se produce este interés?
En un mundo en crisis existencial y de valores, de un materialismo fuerte, estamos intentando conectarnos con la fuente de la vida. Quizá en esos lugares sentimos que todavía la tierra y la naturaleza nos arropan, nos dan calor. Creo que tiene que ver en parte con eso, por lo menos en mi caso. Pero bueno, creo que van a salir de esta generación y de estas cineastas películas con que transiten lugares urbanos. Las veces que he tenido ocasión de ver proyectos de generaciones venideras sí que veo que están más enlazadas con la urbe. Creo que en ese sentido vamos a tener mucha variedad.
Utzi iruzkina